Pienso en lo que fueron estos últimos 3 días en Colombia. Llegué a el aeropuerto de Los Angeles el pasado Miércoles, con el corazón partido. Esa mañana mientras estaba en la oficina, me fui al baño a llorar con el corazón partido. Desde mediados de Octubre mi vida tomo una dirección que no estaba esperando.

La persona con la que estaba saliendo no estaba segura sobre nuestra relación, porque su familia no se sentía cómoda con que yo fuera una mujer latina. No estaban interesados en conocerme y escuche palabras que rompieron mi corazón en mil pedazos.
En medio de mi tristeza llame a mi papá, le decía que no entendía cómo podia ser juzgada únicamente por mi nacionalidad. Como alguien puede anular a una persona solo por su lugar de procedencia. Mi papá estaba muy preocupado, fueron dos días muy difíciles y me sorprendió con un tiquete para pasar Thanksgiving en familia. Mientras la familia de mi ex me rechazaba por el hecho de ser Colombiana, mi familia Colombiana se preparaba para recibirme.

Así que con miedo, mucha expectativa y tristeza me dirigí a abordar mi avión. Por pura casualidad, me senté junto a un Argentino que viajaba a Bogota.
Comenzamos a hablar y me dijo una de las frases mas poderosas que he escuchado en mi vida.
“Tomamos el amor que creemos merecer. El problema es cuando creemos merecer menos de lo que en realidad merecemos.”
Durante todo el vuelo con una turbulencia terrible lloré, escribí, dormí y soñé. Cuando me desperté vi la belleza de los Andes, el verde de mi tierra y estaba a tan solo 137 kilómetros de mi ciudad.
Ver a mis papás, abrazarlos fue la mejor terapia para mi alma. Desde ese momento un desfile interminable de familia, amigos llegaron a casa a darme la bienvenida. Fue una experiencia transformadora, estaba aquí porque no era suficiente para alguien, y personas desde todas partes de la ciudad vinieron a abrazarme, besarme y quererme.
Mis tias lloraban al verme, yo lloraba al verlas llorar. Nuestra cena de Thanksgiving fue la primera vez que la familia estaba reunida en 5 años y todos dimos gracias por la oportunidad de estar de nuevo juntos. Fue magia, el amor es magia, el amor es transformador. Durante el día visite la Candelaria, mi lugar favorito de Bogota y realize cuanto amor tengo en mi vida. Cada noche durante 3 días, personas de todas las partes de la ciudad solo a verme.
Entonces me encontré, entonces realice que no puedo hacer parte de una relación así. Mi familia me enseño a ser compasiva, a dar, a entregar y a amar incondicionalmente.

Sí, después de todo el dolor me encontré y fui libre. En este momento siento una paz, una tranquilidad que me invade y me hace entender que mi verdadera fortuna es mi familia Colombiana. De hecho me siento agradecida por la persona que me juzgo, porque gracias a él hoy estoy aquí. Todas las lagrimas y el dolor fueron sanadas por los abrazos, besos, canciones, regalos y serenatas de mi familia. Llegué con el corazón partido y me voy, no solo con un corazón sano sino más grande.
Gracias Totales!
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